viernes, 18 de noviembre de 2011

CARLOS CASTANEDA. EL NAGUAL.

Parte cincuenta-i-siete del capítulo dos. 


(empieza el fín del capítulo dos) 


La historia del Nagual Don Juan y su maestro el Nagual Don Julián, es la lucha de un brujo muy poderoso, que disfrutaba como nadie de la vida, enseñando brujería a alguien como nosotros, que en cuanto nos hablan de algo que no encaja dentro de nuestro inventario lo rechazamos con un cierto escalofrío y lo borramos de nuestra mente. Es muy difícil soportar la idea que estamos aquí sólo para ser el alimento del Águila.

Aunque pensándolo detenidamente, tampoco es fácil soportar la idea de nacer, crecer, reproducirse y morir. La poca información técnica que tenemos del Cielo no ayuda mucho. Aunque, si seguimos pensando bien y a pesar de eso (insisto), deberíamos estar todos deseando palmarla y eso sabemos, fehacientemente, que no es así ya que nos aferramos a esta vida como la mierda a la taza del baño.

El premio es bueno, ir al Cielo es como el paro eterno asegurado, quizás visto desde fuera pueda parecer un poco aburrido, únicamente viendo a Dios durante millones y millones de años, pero seguro que al final se le encuentra el tranquillo, que más da, no hay prisa, el Cielo es eterno. Que se lo pregunten a los funcionarios, que ellos ya van entrenados. Sólo tienen que cambiar al jefe del negociado por Dios y a dormir con los ojos abiertos.

Insisto, los comentarios anteriores nacen de la poca información técnica de la que disponemos, (del cielo, no de los funcionarios). Quizás exista algún códice oculto en las profundidades secretas de alguna cueva en manos de pérfidas sectas que tienen los manuales abreviados, y traducidos, de acceso y uso del Cielo y no nos dicen nada.  ¿Será una especie de anfiteatro descomunal y Dios en el centro para que lo veamos todos?. ¿Se sabe algo de los porcentajes, cuántos al cielo y cuántos al infierno? ¿Estamos seguros que hay alguien en el cielo? ¿Por qué tenemos mucha más información acerca del infierno? ¿O es que este mundo es el Infierno? A la mayoría, y ya sabemos que todo es susceptible de empeorar, nos es bastante difícil de imaginar que pueda haber algo peor que este mundo, y si lo hay, desde luego, ya le vale a dios. Se podía dar una vuelta por Äfrica para comprobar como es el infierno.

En vista de las diferentes religiones, cada una con su cielo y su Dios particular de premio,  que hay en el mundo, por qué los diferentes cielos no hacen campañas de publicidad con descripciones detalladas, condiciones de acceso, tasas, si es necesario hacer un cursillo sobre seguridad laboral, si hay que llevar las 50 últimas declaraciones de hacienda, si es imprescindible un certificado de buena conducta firmado por el cura? Cuando estemos muertos, cómo vamos a obtener nuestro propio certificado de defunción que nos permita demostrar a la puerta del cielo que realmente la hemos palmado y que no tratamos de colarnos por la cara? Sería mucho más fácil elegir, donde hay publicidad resplandece la verdad (¿), como los múltiples destinos de vacaciones, al fin y al cabo son unas vacaciones eternas. Por cierto, alguien sabe si se puede elegir la zona en función de los méritos logrados en la tierra?

Aparcamos un momento a los autores y su filosofía de bolsillo para comprobar como le va a nuestro hombre común y corriente que lucha por lograr el conocimiento y se ha topado de bruces contra su cuarto enemigo: !la vejez!
 


“El deseo de retirarse del hombre frente a la vejez vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento. Pero si se sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede entonces ser llamado hombre de conocimiento, aunque sea tan solo por esos instantes en que logra ahuyentar al último enemigo, el enemigo invencible. Esos instantes de claridad, poder y conocimiento son suficientes.” 

elaprendizdechaman@gmail.com

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