jueves, 3 de noviembre de 2011

CARLOS CASTANEDA. EL NAGUAL

Parte cuarenta-i-cinco del capítulo dos.
(seguimos con el estudio de la paciencia como parte del acecho)

Los autores insisten en que serían pacientes si ello implicara sentarse en el sofá viendo la tele y que sea el Espíritu el que haga todo el trabajo, o bien, que las cosas sucedan por sí mismas, por el simple transcurso del tiempo.

El ser paciente no significa ser negligente, ni perezoso, ser paciente significa preparar el terreno con mucha antelación para recoger los frutos cuando maduren, ser paciente significa que se mantiene segundo a segundo el Tener que Creer. Ser paciente para un brujo significa saber que por mucho que lo intente jamás llegará a entender la magnitud del Espíritu y sin embargo tratar de lograrlo aunque ello le cueste la vida. Ser paciente es retener con el Espíritu algo que tiene que llegar y para ello se necesita control y disciplina. Ser paciente significa sobrevivir a mil repinches tiranitos.

Paciencia a raudales es lo que necesita el narrador para lograr que los autores sean capaces de mover el punto de encaje para así entrar en la conciencia acrecentada y entender lo que es el Intento. Hay que tener cuidado en que ser paciente puede ser un claro síntoma de vagancia, y eso si que tienen los autores en abundancia siendo capaces de jugar al solitario durante horas con la mente totalmente en blanco. ¡!! impresionante, eso si que es silencio interno !!!.

Los autores insisten que ellos tienen una gran paciencia jugando, aparte del solitario, diariamente a la lotería y que a pesar de que nunca les ha tocado, continúan haciéndolo. Y eso si que es lo más parecido a actuar sin esperar nada a cambio. De paso quieren recordar al Espíritu que ellos ya ponen todo lo que está en su mano para que les toque y que no les vendría nada mal una pequeña de sus, ya famosas, manifestaciones en forma de premio que aunque no sea el gordo podría ser el flaco, e incluso el nativo tras el paso de la plaga de langostas. Otro claro ejemplo de paciencia, según los autores, son sus ya inenarrables pantagruélicas, pesimistas y proletarias poesías, y como ejemplo nos quieren mostrar una de ellas, llamada en este caso: la moesía.


Mucha mierda mostraban mis mayores
mientras molían más muertos,
movidos mansamente.
mirando maniqueamente mecerse murciélagos.
Mienten mucho,
mordiendo machaconamente mil motivos mugrientos,
meneando miradas, midiendo mamparas,
mugiendo misterios, manchando milenios,
manteniendo malezas, martirizando misioneros masoquistas,
mereciendo morir.
Mayor maldad mal me motiva,
Mar majestuoso, 
marea ministros, mana mirones,
mina mamones, menea mástiles,
muda manos, mofa mentes,
mortifica millonarios, mantén mudos,
machaca misas, mata matrimonios.
Mentecatos melosos,
meretrices mofletudas, macilentos miserables,
meadas menores.
Mutiláis mi mundo milagroso
masificando mensajes malditos, mostrando maravillas materiales,
mitificando matemáticas malévolas, marcando madera,
macerando madres mafiosas.
Matarifes marranos, militares misóginos, 
Marcharos,,,,,,,

Ante semejante alarde de imaginación poética, el narrador se ve obligado a volver al estudio de los enemigos naturales del hombre que busca el conocimiento, Estamos con el que ha vencido al miedo y a cambio ha adquirido la claridad.

“La claridad fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad que puede hacer todo lo que se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error, es como si viera algo claro pero incompleto.”

elaprendizdechaman@gmail.com

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