jueves, 27 de octubre de 2011

CARLOS CASTANEDA. EL NAGUAL.

Parte treinta-i-ocho del capítulo dos.
(seguimos con la autocompasión de los auto-compadecidos autores)


Los autores siguen opinando que el método de la lotería para mover el punto de encaje no es tan malo y que con yate y palacio se comprometerían a eliminar la importancia personal de sus vidas e incluso no se darían pena a sí mismos y la compasión por los demás se limitaría a apuntarse a una ong. 

Estamos ante las puertas del razonamiento subversivo y ácrata de lo miserable que está bien visto, que nos hace morir en la cama de un hospital rodeado de familiares, sin saber si las caras de pena son porque te mueres o porque sigues respirando. Por qué de algo tan íntimo y personal, como la muerte, hacemos un espectáculo macabro? los que rodean la cama nos matan con su pensamiento? o morimos de asco y aburrimiento al darnos cuenta que hemos desperdiciado la inmensa oportunidad de estar vivos, la inmersa oportunidad de buscar el Espíritu, para malgastarla en batallas inútiles dedicándonos a buscar la nada a través de la importancia personal, y el único resultado que hemos obtenido es morir rodeados de majaderos que observan detenidamente como la palmamos.

Primero, el Äguila se come nuestra conciencia, que aunque sea insípida y sosa es algo, y el resto desaparece incinerado o gusanado dependiendo del tipo de enterramiento. Por cierto, los gusanos son conscientes que en cuanto se zampen el cadáver se van a morir de hambre? lo racionan para que dure más, o comen como los humanos, con ansia y glotonería? la incineración está provocando que la especie de los gusanos de los muertos estén en peligro de extinción? aparecen de la nada o los llevamos en hibernación desde que nacemos? y si envasáramos al vacío los cadáveres, también aparecerían? los muy jodidos seguro que ni tan siquiera necesitan respirar, o son, simplemente, un invento de la razón y lo razonable?  Impresionante lo vuestro (el narrador).

Estábamos examinando el primer requisito del Acecho, el no tener compasión, en la vida de los autores y hemos acabado disertando sobre una especie de gusanos, no muy conocida aunque esté extendida por todos los rincones de la tierra. Como siempre, los autores tratan de evadirse a la hora de autoanalizarse de la autocompasión y la compasión por los demás. Veamos un rasgo de compasión por los demás, sacado de la vida de los autores en la época de finales de los 20, inicio de los 30 años. 

En esa época se encontraban trabajando en un país Africano, no importa cuál, pero pobre como todos. Un ladrón intentó robar dentro de la empresa, incluso atacó a uno de los trabajadores que se defendió y le detuvo. Le empezaron a rodear todos los trabajadores que había en ese momento con intención de darle unas cuantas clases prácticas de las consecuencias de sus actos. Los autores, que por una vez actuaron con rapidez, cogieron el coche y fueron en busca de la policía del puerto, a cuyo jefe, que estaba por casualidad en el puesto y al que conocían de haberle sobornado en múltiples ocasiones, le contó lo que estaba sucediendo. Éste, joven, chulo y arrogante, seguro de sí mismo, era nada menos que el Jefe de Policía del Puerto, se levantó con toda parsimonia, se puso la gorra y pausadamente se dirigió al coche de los autores para que le llevaran al lugar de los hechos. Llegaron en el momento justo en que empezaban las patadas.

El narrador, como truco literario, deja la continuación de las memorias Africanas para la siguiente parte y así comprobar si su único lector es capaz de sobrevivir a semejante espera. Lo verificaremos. La ventaja de no tener lectores es que el narrador se siente en total libertad para copiar textualmente los libros del Nagual Don Carlos Castaneda sin temer las iras de todo tipo de copyrights. Seguimos copiando.

“ Se aprende así, muy poco a poco al principio, luego más y más. Y los pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El Conocimiento no es nunca lo que uno se espera.”

elaprendizdechaman@gmail.com

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