miércoles, 26 de octubre de 2011

CARLOS CASTANEDA. EL NAGUAL.

Parte treinta-i-siete del capítulo dos.   
(iniciamos el interrogatorio existencial de los autores)  


Es obvio para el Espíritu, para el narrador y para todos los seres vivos que hay un largo recorrido por delante si se quiere eliminar la autocompasión de la vida de los autores. Si eliminamos la importancia personal se elimina la autocompasión? por donde se empieza? quitando el disfraz de la importancia personal? dejando de llorar por nosotros mismos? escondiendo la cabeza en un charco de agua, sucio y maloliente, que impide pensar en la muerte inminente? cortándoles la head o la tête? el Ruä, sin cabeza donde llevar la corona ni trono donde sentarla consiguió eliminar la importancia personal de su vida? se dio pena a sí mismo mientras se la cortaban? y si la importancia personal es un monstruo de mil cabezas y vida eterna? y si es una Emanación del Äguila para empujaros a la muerte pensando que sois importantes? Se le hizo una entrevista al Ruä sin tête? reconoció haberse equivocado en algunas cosillas durante su reinado? se hubiera implicado, dada su afición a las güerrras, en una batalla entre la razón y el conocimiento silencioso? o entre la importancia personal y la autocompasión? Seguro que sí, sin cabeza se piensa infinitamente mejor,

Esas batallas se libran dentro de uno mismo, son constantes, pero lo normal es que siempre salgan victoriosas la razón y la importancia personal. Que los autores no son importantes está claro, que su estrecha y encajonada razón les domina y les hace pensar que no sangran solos, también. Que reconozcan, y se avergüencen, que  están buscando como locos la corona perdida en el fárrago de la guillotina (patentada tras un largo estudio científico por Mesiè Guillotèn) sería un paso importante para su recuperación, o es que acaso hay que esperar a que cuando vean caer la afilada hoja empiecen a ver manifestaciones del Espíritu por todas partes? Quién custodia la guillotina? Mesiè Guillotèn? Creó una multinacional con delegaciones en todo el mundo? Está, con la corona, oculta entre los tesoros de lo razonable? Por qué se empeña la razón en haceros creer que este es un mundo de objetos, que lo es, pero oculta que hay algo más allá de los objetos. Por qué cuesta incluso pensarlo o sentirlo? Por qué pensar en otras posibilidades que no sean las razonables nos aterroriza y las eliminamos automáticamente de nuestro pensamiento? Es por eso por lo que no ven los autores las Manifestaciones del Espíritu? es su miserable razón la que se dedica a ocultar todo aquello que salga de lo razonable y la que tiene un poder absoluto? Dónde está la guillotina de la razón o es imprescindible cortarles la cabeza a los autores para acabar con su razón?

La verdad, el narrador está convencido que los autores razonarían mucho mejor sin cabeza, pero hasta que no encuentren la guillotina de la importancia personal estamos abocados a dar vueltas como los burros en la noria. O es la razón la que nos empuja a la muerte haciéndonos creer que no hay escapatoria, que la vida es redonda y que sólo podemos sacar agua para subsistir?

Ante tantas preguntas y ninguna respuesta lo mejor para cerrar esta entrega es acudir raudos a los tomos de la Teoría y ver que aconseja el Nagual Don Juan para dar una sacudida al punto de encaje durante un instante. Hay que recordar que el Silencio Interno se logra instante a instante y es acumulable.
   

“Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada del trabajo que cuesta aprender.”   

elaprendizdechaman@gmail.com

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