martes, 11 de octubre de 2011

CARLOS CASTANEDA. EL NAGUAL

Parte veintidós del capítulo dos.
(volvemos a la muerte y al Ëspíritu)


Ya hemos visto que el Espíritu es pero no es, que está pero no está, que trabaja cuando quiere, que para eso es el boss, y que cuando lo hace, manifestándose, no se esfuerza demasiado para que lo entendamos. No le importamos nada ya que los autores no entienden lo de la lotería, con lo fácil que sería para Ël.

        Está casi demostrado que los autores no se han enterado de si el Espíritu se ha cruzado en sus vidas o no. Hay otro suceso relacionado con la muerte que les dejó meditabundos. Entre sus múltiples ocupaciones estuvieron una larga temporada navegando en barcos de pasaje. En uno de esos viajes un tripulante murió, al parecer, de un ataque al corazón. Qué se hace en esos casos en un barco? Pues se le mete en un ataúd con una tapa soldada con estaño que lo cierra herméticamente, dicha tapa metálica lleva un cristal en la parte del rostro del muerto por la que se le ve la cara. O bien el difunto estaba bastante gordo, que lo estaba, o bien el ataúd era pequeño, que lo era, la solución fue que para poder encajar la tapa metálica hizo falta que varios la empujaran con fuerza mientras otro soldaba. Los autores se encontraban entre los que empujaban y en un momento determinado se encontró empujando la tapa en la zona del cristal y sin saber como, su cara quedo pegada al cristal que lo separaba de la cara del cadáver. Se quedaron hipnotizados, asombrados y atontados durante un buen rato mirando aquella cara muerta ya que el soldador era bastante torpe y no podían moverse.. No pasó nada más, y al finalizar la soldadura llevaron el ataúd a una cámara frigorífica, no recuerdan muy bien si la de la carne o la del pescado, pero durante varios días, durante la comida, no estuvieron con el humor habitual que les era característico, es más la comida tenía un sabor diferente cuando pensaba en el ataúd al lado de las chuletas o la merluza congelada.

        Hay otros sucesos en la vida de los autores que no tienen nada que ver con la muerte, pero parece que en este capítulo está de moda. Vamos a tener que llamarle el capítulo del camino al cementerio, o como morir sin enterarse de nada. El suceso anterior sucedió en la franja 20-30 años y nos hemos saltado la etapa 10-20 años en los que los autores sufrieron una gran transformación. Les salió la barba, tuvieron novias, hicieron el amor por primera vez, decidieron (¿) cual sería su futuro entre muchos posibles, podían ser poetas, actores, futbolistas, arquitectos....pero en realidad no decidieron nada, la vida les empujó por un camino único y sin salida.

        Dejemos por un rato a los autores y centrémonos en el  Ëspíritu, en lo abstracto, en lo indefinible, en el Estar Consciente de Ser, la Percepción y las enseñanzas del Nagual Don Juan. Insistimos en recordar al Espíritu que estamos in total stop (in inglish, a ver si así lo entiende). Los autores insisten en que una buena manifestación, y fácilmente reconocible, sería lo de la lotería.

        Siendo ruä, es más fácil la búsqueda del Ëspíritu? se puede tener un mayordomo especializado en el tema? desgrava? hay manifestaciones en el jardín privado? y en la piscina? estamos atontados pensando en que hay vida después de la muerte mientras los ruäs ya están en esa vida? cual es la religión que tiene más fácil el acceso al cielo? todos queremos ser ruäs para putear a los no-ruäs? en dónde está el libro de reclamaciones? alguien lo lee? se puede preguntar por quién doblan las campanas? ¡!Si!!, diría el Espíritu caso que se dignara a hablarnos, porque doblan por ti, gilipollas.


“Ocuparse demasiado de uno mismo produce una terrible fatiga. Una persona en esa posición está ciega y sorda a todo lo demás. La fatiga misma le impide ver las maravillas que la rodean.”
elaprendizdechaman@gmail.com

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