domingo, 1 de enero de 2012

Los Nuevos Brujos Videntes

Capítulo Sexto del Capítulo 
Segundo al Cuadrado.

(caso de no leer desde el inicio probablemente no se entenderá nada, y aunque se haga, seguiréis sin entender nada - el narrador-)


       Está claro que la muerte es una Manifestación del Ëspíritu está ahí continuamente y al alcance de todos. Los autores lo pasan por alto y se tiran hacia ella como el cachorro a la furgoneta. La idea de la muerte os empuja  a seguir adelante, corriendo como locos sin saber adonde, intentando romper la correa a base de esfuerzos titánicos para escapar de ella, lo que pensaba el perro que le iba a suceder, sabiendo que el final siempre es el mismo: Morir y ser devorados por el Äguila. No hay escapatoria. Estáis perdidos, estáis muertos.

      Visto lo anterior, mejor será continuar con lo que dicen los nuevos videntes acerca del Äguila y sus emanaciones. 

   Imbuidos en lo práctico sólo se ocuparon de Ver. Y lo que vieron fue un flujo de emanaciones, y cómo el hombre y otros seres vivientes las usan para construir el mundo que perciben.

    Lo que Ven los nuevos videntes es que el hombre es un ser luminoso. Nuestra luminosidad se debe a que una minúscula porción de las Emanaciones del Äguila está encerrada dentro de una especie de capullo en forma de huevo. Somos huevos luminosos. Esa porción, ese minúsculo manojo de emanaciones que está encerrado es lo que nos hace hombres. Percibir consiste en emparejar las emanaciones encerradas en nuestro capullo con las que están fuera. Las Emanaciones no son como rayos de luz, eso sería demasiado simple. Son algo indescriptible. Para Don Juan son como filamentos de luz que están conscientes de ser, están conscientes de sí mismos, vivos y vibrantes, y que hay tantos que los números pierden todo sentido, y que cada uno es una eternidad. 

   El estar Consciente de Ser da lugar a la percepción.

      Evidentemente, los autores ni están conscientes de ser ni de la percepción más allá de lo que diga la razón y lo razonable. Tienen que comer, ese es un hecho. Pero lo que comen es su elección, y lo mismo pasa con todo. Perciben, ese es un hecho, pero la interpretación de lo que perciben es su elección. Lo malo es que os enseñan desde que nacéis qué es lo que tenéis que percibir, y pensar, y eso os ata, como al perro de la historia, a la columna de la ceguera, a la columna de la estupidez y de la miseria hasta que al final morirán como los imbéciles que han sido en esta vida, que la han perdido en batallas inútiles y por caminos sin salida, buscando anhelantemente algo que no tienen ni idea de lo que és pero que les empuja a seguir adelante.

  ... nota de los autores ...  En este punto puede ser instructivo examinar al narrador, que aunque narre algo de sí mismo, debe seguir narrándolo desde lejos, como si fuera un observador imparcial..  Siempre tratará de esconder los hechos para que no reflejen la realidad: que él también, como todos, es un imbécil integral, aunque no quiera reconocerlo e intente darle a todo un aire de autosuficiencia y un “dejà vù” que pasma. De momento lo dejamos con su razón  y más adelante el narrador se narrará a sí mismo. 

        No podemos adivinar el futuro. Pero quizás el narrador nos pueda narrar su origen, y quizás también ahí se puedan buscar las Manifestaciones del Espíritu. Lo que sí está en condiciones de asegurar que actuamos como si la vida fuera eterna, como si no supiéramos de la existencia del Punto de Encaje, como si no tuvieramos que estar preparados para ver el momento en que pase el Pájaro de la Libertad, como si no fuéramos conscientes que el único modo de verlo es cumpliendo los requisitos de Acecho, del Intento y del Ensueño. El narrador comprueba horrorizado como nos dirigimos inevitablemente, como lo imbéciles que también somos, a ser alimento del Äguila.


elaprendizdechaman@gmail.com


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